Benedictus Vitale

Infancia

Benedictus nació en una ciudad al sur del Imperio Hekhaihan, situada al norte del desierto Suburbio, en la frontera con Kakin. Proviene de una familia emigrante de clase alta, personas trabajadoras, sociables y de buen corazón. Sin embargo, sufrían discriminación, persecución y acoso tanto por parte de sus vecinos como de las autoridades debido a su religión.

Niñez

Desde pequeño, vivió con gran sufrimiento esa situación, no solo al ver la angustia de sus padres, sino también en la escuela, donde era víctima de una discriminación constante y brutal.

Adolescencia

A los 12 años, la situación empeoró aún más cuando su padre fue brutalmente golpeado por las autoridades frente a su casa, todo por haber celebrado discretamente, junto a algunos vecinos de su misma fe, una pequeña reunión religiosa.

Agobiados por la discriminación y los abusos, la familia decidió emigrar por segunda vez, esta vez hacia un pequeño pueblo al sur, adentrándose en el desierto Suburbio. Aunque era un lugar más seguro y tranquilo que su antigua residencia, también resultaba peligroso y casi inhóspito debido a su clima extremo. Además, era una zona frecuentemente utilizada para el contrabando y el comercio ilegal entre ambos imperios.

En este nuevo entorno, Benedictus tomó la decisión de dar un paso más en su fe y estudiar para convertirse en sacerdote. Sus padres, siempre apoyándolo, hicieron todo lo posible para enviarlo al continente Aljen a formarse, invirtiendo en ello los pocos ahorros que les quedaban.

Juventud

Ocho años después, ya consagrado como sacerdote y con sus votos hechos ante su dios, regresó a su pueblo tras un largo silencio por parte de sus padres, quienes no le habían enviado cartas en más de un año. Al llegar, se encontró con la escena más cruel imaginable. Sus padres habían sido asesinados brutalmente, y junto a sus cuerpos, alguien había grabado en la pared un mensaje humillante dirigido a quienes compartían su fe. Destrozado, Benedictus solo pudo llorar con impotencia, darles sepultura y rezar por sus almas.

Una semana después, mientras cumplía sus deberes religiosos en el continente Aljen, comenzó a notar que era investigado y perseguido por un hombre misterioso y otras dos personas. Al percatarse de que lo vigilaban, decidió confrontarlos. Para su sorpresa, descubrió que se trataba de Alexander Guggenheim, Kaitlyn Becker y Amelia Fabregas, quienes lo invitaron a conversar y le hicieron una inesperada propuesta: unirse a la Brigada Fantasma sin necesidad de violar sus votos religiosos. A cambio, le ayudarían a vengar la muerte de sus padres. Benedictus aceptó la oferta y se marchó con ellos.

Mientras buscaban a los responsables, comenzó a adentrarse en los secretos del Nen. Diez meses después, gracias a su talento innato, ya lo dominaba con notable destreza.

En la última semana de ese año, con la ayuda de una de las habilidades de Guggenheim, logró localizar a los asesinos de sus padres y los eliminó a todos con su tridente de sacerdote. Sin embargo, tras consumar su venganza, fue abrumado por la culpa. Durante varios días, se recluyó en un templo, pidiendo perdón a su deidad por haberse dejado llevar por el deseo de justicia.

Posteriormente, siguiendo las indicaciones de Alexander, se dirigió a la dirección que le habían proporcionado. En una de las bases de la Brigada Fantasma, fue aceptado oficialmente como el miembro número siete y continuó perfeccionando sus habilidades Nen.